Vitamina Mente

Hace unos días, mi enamorado me compartió un podcast que me encantó. Él siempre me pone al día de los temas más interesantes. Es una persona increíble. Me motiva a salir adelante, a perseguir mis sueños, a ser una mejor versión de mí. Qué lindo es compartir la vida contigo. 


El podcast del que voy a escribir trata sobre un término llamado “mentalidad de crecimiento”, de Andrew Huberman. La mentalidad de crecimiento es una mentalidad que te ayuda a crecer y a no estancarte en comentarios negativos o inseguridades. Habrán escuchado cuando padres o amigos le dicen a los niños “qué inteligente eres” o comentan sobre “lo brillante que es”. Sin duda que nos lo digan se siente genial, pero, ¿es algo bueno para nosotros? 

 

Andrew Huberman es un profesor de neurobiología en la Universidad de Stanford en California. Tiene un podcast, muy popular, por la manera en la que explica ciencias complicadas en términos accesibles y amigables para el público. Me enganché tanto al escucharlo que no vacilé un segundo de que escribiría sobre el tema en mi siguiente columna. 

 

El podcast comienza hablando sobre un estudio hecho en los 90s que reveló que el 85% de los padres pensaban que la inteligencia era fija, incambiable. El problema con esa mentalidad es que al pensar que la inteligencia es fija, cualquier error o falla en el camino será visto como una falla personal, atada a nuestra identidad y en vez de servirnos como un aprendizaje para seguir mejorando, nos tumba emocionalmente. 

 

Huberman sugiere que en vez de aplaudir la inteligencia de alguien, lo que se debe resaltar y elogiar es el esfuerzo. El esfuerzo es un verbo, es un acto, es algo que todos podemos hacer y que nos remunera muchísimo a corto, mediano y largo plazo. En efecto, el esfuerzo es algo que nosotros podemos controlar, nosotros somos los que decidimos dónde enfocar nuestra atención y nosotros decidimos en qué esforzarnos. La inteligencia, sin embargo, está ligada a nuestra identidad y si constantemente pensamos en nuestra inteligencia y no en nuestro esfuerzo, las derrotas no solo son difíciles, sino que debilitan. 

 

En la vida hay que dejar libre eso que no podemos controlar, porque irónicamente intentar controlarlo, nos controla. Hay que aprender, de a poquitos y con paciencia, que somos humanos, que la falibilidad es parte intrínseca nuestra y que la única forma es dándonos una nueva oportunidad al día siguiente, confiando que sí se logrará. Y de pronto llegará un día donde la meta se logró. Sonreiremos y seguiremos. 

 

La psicóloga Carol Dweck hizo varios estudios sobre el tema y resaltó la importancia de valorar nuestro esfuerzo. Dweck no buscaba explicar por qué es mejor celebrar el esfuerzo vs la inteligencia, sino cuál es nuestra reacción a las críticas negativas y cómo nos afectan. Una reacción es basada en la mentalidad de crecimiento donde nos preguntamos frente a las críticas: ¿qué pude hacer mejor? y la otra, la mentalidad fija, donde nos decimos ¡qué idiota soy! Una nos ayuda a crecer y la otra nos reduce significativamente la autoestima. 

 

Escribo sobre el tema porque quiero motivarlos a seguir adelante. Todos hemos tenido etapas de incertidumbre, situaciones a las que le huimos porque sentimos que no somos suficiente, porque tenemos que el fracaso nos derrumbe. Pero, si nos enfocamos en nuestro esfuerzo, no en nuestra capacidad para hacer las cosas, la capacidad de hacerlas irá incrementando naturalmente. 

 

El miedo es natural, todos tenemos miedo de vez en cuando. Sin embargo, pienso que el Covid intensificó el miedo. Nos tuvieron a todos en un estado de alerta y de ansiedad por mucho tiempo, y de ello quedan secuelas. Sin embargo, no podemos dejar que el miedo nos detenga. Les comparto una metáfora japonesa que explica muy bien las sensaciones de miedo: Es como cuando estás en el campo y a lo lejos crees ver un fantasma, pero en realidad ese "fantasma" tan solo es gras seco de Susuki; nada más que eso. Entonces, las sensaciones de angustia que nos atan y arrastran al suelo, no son muy distintas al fantasma que creíamos ver. Si las miramos de manera objetiva, veremos que muchas veces nos permitimos temerle a sombras que realmente no están. No le temamos a lo que no está, avancemos de a poquitos, con los pies en la tierra, descalzos quizás, como Shakira. 

 

Hace más de cuatro siglos Don Quijote le aconsejaba a Sancho:

 

“Como no estas experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles, confía en el tiempo que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”. 

 

Y el consejo sigue vigente. Gracias por tu tiempo, ojalá te sirva mi granito de arena. 

 



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