Critican al autor y no a su obra


Critican al autor y no a su obra

Nadie decide su suerte, si fuese así, ¡qué fácil sería la vida! Todos vivimos lo que nos toca, somos dueños de nuestras experiencias y de nuestra propia versión de la verdad. En efecto, lo que percibimos es parte realidad y parte lo que deseamos ver. Por ese motivo no deberíamos esperar total entendimiento del lector, en cuanto a sus reacciones, con tal de que respetos guarden respetos. Si escribimos del alma y contamos peculiaridades de nuestras vidas, nos exponemos sin guardia a que aparezcan unos cuantos, con tiempo de sobra, listos para criticar al autor y no a su obra. Tengamos en cuenta que si la obra es explícitamente cruel sin argumento alguno que la defienda, bienvenidos sean los comentarios de crítica constructiva, con propósito de educar al autor, siempre y cuando no se rebajen a su nivel y le devuelvan palabras del mismo calibre de las que escribió. Es infortunio que cuando uno escribe de buena vibra, en tono chacotero, o sencillamente sin filtro en lo personal, caigan algunas respuestas viles, quizás hasta lluevan.

Cuando escribo relato mi realidad, y como mencioné antes, expreso lo que percibo, mi propia versión de las cosas. Si exagero es porque me gusta que el lector sienta y palpe lo que quiero decir, que viva conmigo los momentos que detallo en palabras. No sólo llevo la imaginación al escribir pero también al vivir, y por eso mismo siento que mi vida supera la ficción. No sé si me falte un tornillo o varios, y lo que me pase se deba mayormente a mi chifladura, yo sólo sé que me entretengo relatando sucesos que en su momento fueron para mí cómo vivir un drama de Broadway o un thriller de Hollywood. Pensar que soy la única que tiene una vida revuelta en locuras y pasiones, me haría absurda, todos tenemos un cuento que contar. Al compartir anécdotas y describir a sus personajes que le agregan sal, pimienta y ají, invito a los lectores a desconectar de sus realidades, (que sin duda podrían ser columnas como la mías), y distraerse en mis historietas, al igual que yo me entretengo al leer las columnas de mis autores favoritos.

Les tengo que ser sincera, en este momento no sé cómo continuar lo anterior, creo que ya entienden que quiero decir, asimismo considero que fue bastante abstracto y ya estuvo bueno, no soy filósofa. Más me entretengo pintando a personajes en palabras y agregándoles color con sátira y humor. Empecé esta columna comentando que uno vive y percibe a su manera por una razón, siendo aquella la falta de entendimiento de muchos al leer la vida de otros. Antes de criticar, pensemos, ¿estoy criticando al autor o a su obra? Comparar realidades no es justo, debemos entender que nadie decide su suerte y siempre y cuando la intención sea buena, no se deberían de ultrajar obras por la sencilla razón de que el autor, artista, creador, etc, tuvo distinto o mejor destino que el lector (según el lector). Analicemos la esencia de lo escrito, tomando en cuenta el medio, si es un blog, como éste, es un pasatiempo, quizás para aflojar las tensiones causadas por el mundano ruido y desconectar un poco de los problemas, no para problematizar cada palabra como si fuesen de texto académico. Recordemos que nadie conoce mejor nuestras vidas que nosotros mismos por ende nunca llegaremos a entender la vida del otro mejor que ellos.

El otro día discutí con alguien muy cercano a mí pues discrepamos sobre los efectos de compartir parte de nuestras vidas con el público. Me dijo que dejara de compartir mi vida personal en las redes sociales porque era nocivo. No dudé en responderle que pensaba que los comentarios negativos servían para detener la mejora de las personas y por ende de la sociedad, que la crítica tóxica no es más que un sentimiento de rabia por el éxito de otros. Argumenté que fuera de cegar al que siente celos de la verdadera persona al fijarse sólo en lo exterior, o en el factor que le causa ese sentimiento, es una ridícula pérdida de tiempo. Si yo admiro a alguien por sus logros y triunfos, sentir rabia sólo me causará malhumor y desdicha, mientras que si aprendo para ser como él y mejor, me demostraré que sí puedo y sentir celos quedará sólo cómo un tema banal, de mediocres.

Concluyo entonces sugiriendo que vivamos más felices, y si aparecen ideas negativas, evadirlas buscando su siempre presente opuesto en positivo. El ejemplo que di de los celos es uno de los muchos que podría dar para mejorar como sociedad. Si algo nos parece genial, pues hagámoslo también, no nos sentemos a cotillear con mala gana del dichoso, no dejemos que los celos nos detengan de ser igual de geniales y hasta mejores que él. Comprendamos también que nuestra vida es única, es un milagro, así que vivámosla y tratemos de ser la mejor versión posible de nosotros mismos aceptando las diferencias con otros, apreciándolas si buenas y educándolas si malas. Olvidemos que existen los celos, tratemos de detener la violencia física y verbal, promoviendo la educación, la paciencia, la empatía y el amor.


Feliz domingo


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