El Panetón no engorda


El Panetón no engorda

Se acercan las comidas de Navidad, pero no te preocupes. Te acercarás a los dulces gloriosos del festín navideño y te olvidarás por un instante que días después empezará el verano y caminarás en prendas menores por las orillas del mar, pero igual, no te preocupes.

Cuéntenme si saben de algo mejor que saborear un panetón calentito con mantequilla, una taza de chocolate caliente que parece más un fudge, un puré de camote con marshmellows derretidos crocantitos por fuera, un jugoso pavo dorado y todas las maravillas que te esperan en las mesas de los banquetes navideños a los que irás. Cuéntenme, por favor, que las desconozco.

Y, ¿para qué preocuparse?, nadie sabe si morirá mañana; podría caer un meteorito de los cielos, o un jefe gruñón por dormir mal alzar las horas de trabajo y bajar el sueldo a su personal, lo cual les causaría calvicie prematura y arrugas en la frente y falta de brillo en los ojos, y mucha pero mucha pesadumbre. Nadie sabe que sucederá, sólo se sabe el ahora.

 La palabra preocupación se explica por sí sola, hacerse ideas de antemano, previas al porvenir. No somos psíquicos, tampoco brujos, la vida no es una película que se puede escribir al gusto o que se pueda adelantar, retroceder o pausar. Pasará lo que tenga que pasar y se seguirá adelante, o no se seguirá más. La preocupación es el gran causante de la ansiedad y hoy en día, escucho esa palabra por todas partes, hasta resonando de mi boca.

Vayan a sus festines navideños, afronten la realidad, hablen con gente que no ven más que una vez al año para devorar banquetes pantagruélicos juntos, remedien problemas con sus familiares que les causan dolores de cabeza el resto del año para poder disfrutar de la compañía de los que sí son buena onda, porque la energía fluye e influye a la gente, entonces si hay de la mala pues se apaga el buenhumor y por gusto tener una mesa llena de panetón suavecito y chocolate caliente cremosito, qué desperdicio por Dios santo, pienso yo, que la navidad, tan cerca a finalizar los trescientos-sesenta y cinco días del año, debería ser el momento para perdonar, claro, si se reciben las disculpas merecidas o afrontar que habrán personas en tu vida que nunca cambiarán y mantener la calma y el humor sereno para que sus energías lobreguez no te apaguen la luz. La navidad es un momento de paz, por algo dice la cancioncita: "noche de paz, noche de amor". Apliquen la lírica en sus actitudes y verán cómo sucede lo inesperado, que brotarán sonrisas por doquier.

El bikini o la ropebaño, te quedarán igual, dicen los expertos que la gente sólo nota tu cambio de peso si son cuatro kilos de diferencia. En la navidad podrás subir medio y al día siguiente si sales a ejercitar, lo bajas y ya. No es el fin del mundo. Veo memes, fotos, y frases omnipresentes en las redes, del miedo al rollito post-Navideño. Por favor, sociedad, no seamos absurdos. Seamos un poco más felices y empecemos el año con el pie y la mano derecha, sin reproches y con bonitos recuerdos de sonrisas, buenaventura y anécdotas para contar.



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