No más soledad


No más soledad

Cuando siento que la soledad entra a mi mente, para cubrirla toda, en un brillante blanco cegador: me paro y me voy. Camino sin saber a dónde, sin destino exacto: sólo camino. A veces camino por mi casa y si me agobio, bajo en el ascensor al primer piso y salgo a la calle y camino en cualquiera de las dos direcciones de la avenida, ya sea al norte o al sur. Camino y me distraigo, porque veo a gente hablando cara a cara o por teléfono, o a gente caminando como yo y me acuerdo que el mundo tiene gente.

La vez pasada me dediqué a investigar sobre la soledad y hoy en día, la triste situación está más palpitante que nunca. Por dos razones muy claras: la primera es que ya no necesitamos hacer muchas cosas porque el celular nos solucionó todo, y la segunda es porque socializamos a través de una pantalla la mayoría del tiempo, y al ser virtual carece del calor humano en todo sentido.

Las redes sociales, que uso para comunicarles actualidad y lectura, también se han dedicado día y noche a hacer exactamente lo contrario, a promocionar la vida perfecta, perenne, infinita, interminable, insaciable, de excesos y hedonismo. Sería una hipócrita si les dijese que no me gustaría tener el cuerpo perfecto o vivir viajando a islas de la Polinesia, pero también sería desleal dedicar mi tiempo a buscar esa vida, dejando de lado la realidad, siendo tal, mi familia y amigos–incluyo a mis lindos seguidores que me escriben y me motivan con sus palabras positivas–.

Esta columna será breve porque quiero que tengan tiempo para ustedes después de leerla. Quiero que se dediquen a los que les llena el alma. No caigan en la idea de que la vida perfecta existe, porque no existe ni aquí, ni en la China. Mas bien, en la filosofía china el Yin Yang explica que el mundo está compuesto de opuestos para así balancearse. Si la vida fuese una de felicidad constante, la felicidad no sería más, porque no habría a qué compararla.

Los días difíciles no cesarán y la felicidad tampoco.

La felicidad es la suma de la perseverancia y el amor. El amor es quererse a uno mismo y querer a tu entorno. El amor es valorarse. Valorarse es valorar todo lo que te dio y da tu familia, y si en caso tu familia no te dio, valorarse es igual de importante porque la vida es un milagro. Después del amor viene la perseverancia y el saber que uno sí puede, y después viene la felicidad que es ver la sonrisa de la gente que más quieres.

Mis columnas son siempre algo metafóricas, porque no me gusta lo común. La sociedad nos dice que tenemos que encajar en un molde, pero ¿de cuándo acá lo monótono es lo mejor? ¡Imagínense si los alimentos fuesen sólo redondos! ¡Qué aburrido sería comer manzanas, tomates y duraznos todos los días. ¡Qué rrrricoo es un ají de gallina o un lomito saltado!

Usemos las redes sociales para motivarnos, porque estamos aquí, estamos vivos y todos tenemos un corazón que late.

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