No puedo contarlo


No puedo contarlo



No se cómo pero atraigo locura, atraigo situaciones revoltosas, un poco muy escandalosas. Paso por momentos de esperpento y también por muchos de ensueño, del destino nadie es dueño.

 Estoy en el auto escribiendo, estancada en el tráfico, mirando por la ventana, viendo la garúa limeña con cierto desasosiego. 

Me encantaría contarles tantas cosas, pero no es el momento, el momento vendrá les prometo. Me he desconectado de las letras un poco, he viajado, he llorado, he perdido (pelo) y he ganado experiencias. El pelo ya cesó de caer, no es motivo de preocupación, el colágeno, la meditación y la falta de internet, son mágicos para manejar la ansiedad.

No exagero cuando digo que atraigo chifladuras alejadas de lo cotidiano y más cercanas a una peli de acción. Mi vida no es normal, y yo menos. Mis rulos eléctricos, bucles que saltan con mi andar se parecen más a mi mente de lo que ustedes creen. La percepción es abstracta, no crean lo que ven, mas bien, vean lo que creen, ¿me dejo entender?

Hay muchas cosas que no puedo contar, no hoy al menos. El tiempo enfría tensiones y hace que situaciones calcinantes en su momento tengan hoy no mucho más relevancia en tu vida que un chiste de un Chichiste (goma de mascar de antaño con chistes en su envoltura, para los que nacieron después del 2000). Lo que perdura es lo que importa y lo que importa es poco, es valioso, el resto, lo que abunda, pues a contarlo se ha dicho.

A contarlo con cautela porque no faltan los egoístas que se reconocen en cada palabra y dicen ser ellos, ¡ah! ¿que tan importante crees que eres? Postula a la presidencia y dejemos que los números hablen, y te expliquen la cruda realidad, pequeña hormiga.

Me despido porque me voy al cine con mi amiga de toda la vida, amistades de las buenas. Les deseo un domingo lleno de felicidad y dulzura en sus paladares y corazones.

Adiós.


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