La miel se parece a la felicidad

La felicidad es la gotita de miel en tu té.

La felicidad es la f de feliz pronunciada por alguien que logra que tu corazón se mueva al compás de las olas y vibre bajo el sol.

 La felicidad es su sonrisa pronunciando un te quiero, un te extraño. Es un grupo de letras que en conjunto explican su agradecimiento por tu existencia y después, de modo recíproco, la felicidad es que le repitas lo mismo en melodías que sólo entienden las miradas profundas que tienen.

Miradas tan profundas como el fondo del mar.

Y en ese instante, buceas a lo más hondo del océano y encuentras un tesoro llamado Vivir.

 La vida en ese momento, cobra sentido y tiene propósito; pierde la capacidad de titubear entre ingratos pormenores que caen a montones como caen las gotas de lluvia durante esa tormenta que se aparece cuando menos la necesitas y le gritas junto al sonido de los rayos que se aleje, y se acerca aún más como si combatiera con gusto la ley de la gravedad.

Sin embargo, después del diluvio cuasi-universal, cuando sale el sol y te has sobado suficientemente los ojos del agua salada, volteas a ver una pequeña planta crecer en la esquina de tu balcón.

Y esa planta, un buen día tiene una flor. Tiene una Margarita que te ilumina con su brillante amarillo.

 La Margarita, al caer la noche parece un foco encendido. Hay un aura cálida que te acompaña en tu balcón.

Ya es de día y la flor sigue brillando, de pronto vez como se le acerca una abeja.

Te acuerdas, pero sólo por una fracción de segundo, que le tienes miedo a las abejas. El placer del tesoro Vivir te ha hecho pensar más allá y sin darte cuenta estás sobre las nubes, flotando.

Cierras los ojos.

Pasa el indefinido tiempo, y al abrir los ojos, te encuentras caminando por el arcoiris más lindo que hayas visto jamás. Notas que tiene una textura de esponja de baño y unos orificios como los de un coral. Caminar por el suave suelo colorido es un sentimiento agradable que quieres extender lo más posible.

Nunca creíste que llegarías a caminar por un arcoiris. Dudas si estás viviendo o soñando.

No encuentras respuesta y no te afecta, sigues caminando.

Al llegar al final del recorrido, bajas del arco colorido, saltando el largo de un escalón al pasto verde limón.

Te sorprendes gratamente de llegar de nuevo a la vida, al tesoro de Vivir.

Vislumbras tu casa a lo lejos, la reconoces por el halo amarillo que rodea uno de sus espacios, sabes que es tu balcón.

Te diste cuenta que lo que divide los sueños de la realidad es un arcoiris. Un arcoiris que no es lejano a tu persona y no existe sólo cuando te vas a dormir.

El arcoiris ya es algo que puedes descubrir, tocar, sentir, vivir; de modo que borras las ideas antiguas que tenías de qué es existir.

 Y así, la vida se te convierte en un conjunto de vivir, soñar, y caminar por el arcoiris más bello: todo unido con una dulce y pegajosa miel.

Después, vacilas sobre el origen de la miel que une a tus joyas más preciadas y piensas que quizás fue la miel de la abeja que pasó a saludar a tu Margarita.

Qué bonito sería, dices en voz alta.

"¿Qué bonito sería qué?", te pregunta.

"Esto",  respondes sonriendo.



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